lunes, 11 de enero de 2010

Where the wild things are



Me repito que no todos los sueños se cumplen. Aquellos que no llegan a ser pesadillas pero tampoco están hechos de la misma materia que los sueños. Dónde tus miedos toman forma, adquieren rostro, y ves aquello que tanto temes aun cuando tu consciente se niega siquiera a dibujarlo.

Porque ahora que el amanecer ha traído el miedo... dónde iré a refugiarme? ¿Dónde me esconderé para que la oscuridad no pueda rozarme? ¿Dónde?

Yo no quiero que el mar se convierta en un charco. No quiero que se me congelen los sueños. Ni la voz.

Y si eso pasa, me iré. Esta vez sin retorno. Dónde viven los monstruos.

Y encontraré el rey que se lleve la soledad y la tristeza.

Para siempre.

2 comentarios:

Edu Solano Lumbreras dijo...

¿y por qué iban a congelársete los sueños?

¿Y por qué has de esconderte de la oscuridad, por qué si también su roce puede ser caricia?

¿Por qué la voz habría de apagarse?

Todas esas cosas dependen de tu voluntad.

No existe ser en el mundo capaz de robarte la alegría si tú no te dejas.

Y en cualquier caso tú nunca caminarás sola.

Aun en la ausencia.

(Nada es para siempre, pero eso no es triste. Toma un beso)

Beauséant dijo...

los sueños no se congelan, somos nosotros los que los apagamos al dejar de pensar en ellos...