miércoles, 27 de enero de 2010

Siempre he sido pacifista

Puedo callar, ocultarme, esconderme, meterme en la trinchera y no salir hasta que alguien me reclame.
Cerrar la voz, matar la piel, volver los ojos a lo interno, sentir como entra el aguacero sin rozarme, vestirme del contrario, dormir cerca de los dedos que aprietan el gatillo, de las dudas, de las balas, de mi miedo.

Yo, como siempre, inoportuna en mitad del campo de batalla y tantos fuegos.

Saco el pañuelo blanco.

Esta no es mi guerra.

Me retiro.

4 comentarios:

Carz dijo...

"No soy un vencido. Esta guerra merece no ganarse: soy un rendido"

Luego, en la novela, lo fusilan por desertor, por no querer ganar una guerra ya ganada injustamente, cobrada excesivamente en muertos... y se rinde en el frente de Madrid.

Extraña ciudad que crea odio y pasión al mismo tiempo: un ejercicio de conciencia y de consciencia parece imposible... como casi todo.

Beauséant dijo...

en parte la verdadera valentía consiste en eso, en saber retirarse a tiempo.

El Náufrago dijo...

"Lo prudente no quita lo valiente." Confucio


Un abrazo desde la isla,
El Náufrago...

virgi dijo...

Las trincheras nos aguardan, pero no será un buena forma de pasear por la vida. Saca el pañuelo y aprovechano el desconcierto, cambia de batalla.