-Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar -dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato.
-… siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia como explicación.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el Gato-, si caminas lo suficiente!
Puedo recordar con toda nitidez sus pasos alejándose por la acera, esquivando la tibia luz de la tarde y mi mirada. Y no, no se giró. Quise correr tras él, pero no lo hice. Sólo pude alejarme yo también. Ahora me pregunto todas las tardes bajo que luz se cobija.
A ti, la Dama, la audaz melancolía que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciendolas al tedio, tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar, te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de una sombra de la mentira que tu misma me habías obligado a oir. Y la blanca plenitud no era como el viejo interludio, y sí una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad. E iré a descansar, con la cabeza entre dos palabras, en el valle de los avasallados.
Fragmento de L'Avalée des avalés de Réjean Ducharme
5 comentarios:
¿Y por qué desaparecer?
Quien no quiere eso a veces...
Pues el gato desaparece y queda su sonrisa. Sutil manera de ocultarnos. Me gustaría hacer lo mismo.
Un ¡miau! cariñoso
Noble profesión la del payaso.
Ya que no puede desaparecer, se ríe de sí mismo.
Besos.
Cuando quieras desaparecer, sabes donde puedes venir.
Te estaré esperando.
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