No es la NO vida. O no debería serlo. A alguien a quien quiero en la misma tesitura le escribí esto:
EL CRISTAL CON EL QUE MIRO
Tal vez sea que tenga por costumbre, don Gervasio, huir de la costumbre, o que tenga ese raro privilegio de tener un horario que no deja espacio ninguno a crear rutinas. O que soy un experto desde niño en eso de mezclar sueño con vida y confundir el uno con la otra, y atesorar momentos especiales día a día con fruición malsana; día a día practico el optimismo y día a día entreno la consciencia.
Es por eso, tal vez, mi buen Gervasio, que si me aburro es puro despiste, y tengo cierta alergia a la tristeza, y bebo de la vida a grandes sorbos, y encuentro fascinante casi todo.
Lo gris sólo te atrapa si te dejas; bailo para que el día de mañana, si sucede que caigo en la desgracia nadie venga a quitarme lo bailado.
Claro que yo tampoco sé vivir. Claro que yo también estoy improvisando.
Es no vida cuando paso una hora encerrada en un coche para recorrer un trayecto de 20 min. Es no vida cuando me levanto a las 6 de la mañana y le roban tantas horas a mi(s) sueño(s).
A parte de eso, sólo pienso en exprimirle el jugo a la naranja e ir a París. O al fin del mundo.
-Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar -dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato.
-… siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia como explicación.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el Gato-, si caminas lo suficiente!
Puedo recordar con toda nitidez sus pasos alejándose por la acera, esquivando la tibia luz de la tarde y mi mirada. Y no, no se giró. Quise correr tras él, pero no lo hice. Sólo pude alejarme yo también. Ahora me pregunto todas las tardes bajo que luz se cobija.
A ti, la Dama, la audaz melancolía que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciendolas al tedio, tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar, te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de una sombra de la mentira que tu misma me habías obligado a oir. Y la blanca plenitud no era como el viejo interludio, y sí una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad. E iré a descansar, con la cabeza entre dos palabras, en el valle de los avasallados.
Fragmento de L'Avalée des avalés de Réjean Ducharme
5 comentarios:
Bueno, siempre nos quedará Paris.
O algo asi.
No es la NO vida.
O no debería serlo. A alguien a quien quiero en la misma tesitura le escribí esto:
EL CRISTAL CON EL QUE MIRO
Tal vez sea que tenga por costumbre,
don Gervasio, huir de la costumbre,
o que tenga ese raro privilegio
de tener un horario que no deja
espacio ninguno a crear rutinas.
O que soy un experto desde niño
en eso de mezclar sueño con vida
y confundir el uno con la otra,
y atesorar momentos especiales
día a día con fruición malsana;
día a día practico el optimismo
y día a día entreno la consciencia.
Es por eso, tal vez, mi buen Gervasio,
que si me aburro es puro despiste,
y tengo cierta alergia a la tristeza,
y bebo de la vida a grandes sorbos,
y encuentro fascinante casi todo.
Lo gris sólo te atrapa si te dejas;
bailo para que el día de mañana,
si sucede que caigo en la desgracia
nadie venga a quitarme lo bailado.
Claro que yo tampoco sé vivir.
Claro que yo también estoy improvisando.
Es no vida cuando paso una hora encerrada en un coche para recorrer un trayecto de 20 min. Es no vida cuando me levanto a las 6 de la mañana y le roban tantas horas a mi(s) sueño(s).
A parte de eso, sólo pienso en exprimirle el jugo a la naranja e ir a París. O al fin del mundo.
Depende de la vida habitual que frecuentamos.
Algunos viven como sino vivieran.
O sea, siempre de luto.
Besos.
una vida que merezca la pena ser vivida..
en eso se resume todo
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