jueves, 18 de marzo de 2010

Y en el fin... arder



Sí, pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la Rue de la Huchette, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado, y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos. Entonces es mejor pactar como los gatos y los musgos, trabar amistad inmediata con las porteras de roncas voces, con las criaturas pálidas y sufrientes que acechan en las ventanas jugando con una rama seca. Ardiendo así sin tregua, soportando la quemadura central que avanza como la madurez paulatina en el fruto, ser el pulso de una hoguera en esta maraña de piedra interminable, caminar por las noches de nuestra vida con la obediencia de la sangre en su circuito ciego. (...)




Nadie nos curará del fuego sordo, el fuego sin color que corre al anochecer por la Rue de la Huchette. Incurables, perfectamente incurables, elegimos por tura el Gran Tornillo, nos inventamos en él, volvemos a inventarlo cada día, a cada mancha de vino en el mantel, a cada beso del moho en las madrugadas de la Cour de Rohan, inventamos nuestro incendio, ardemos de dentro afuera, quizá eso sea la elección, quizá las palabras envuelvan esto como la servilleta el pan y dentro esté la fragancia, la harina esponjándose, el sí sin el no, o el no sin el sí, el día sin Manes, sin Ormuz o Arimán, de una vez por todas, y en paz y basta.


(73) Rayuela - Julio Cortázar

Casualmente está será, es, la entrada número 100. Pensaba en esperar  unos días más, que será cuando este blog cumpla dos años, pero los ciclos no entienden de tiempos exactos. Acaban y acaban sin importar la duración, y este lugar cerró su etapa, cumplió su cometido, finalizó.

Así que como dice la cabecera,  desapareceré en la nada dejando tan sólo el recuerdo de mi sonrisa.  Porque sonrío, aunque sea triste decirle adiós a este lugar. El que quiera encontrarme ya sabe dónde hacerlo. Estaré encantada de recibirle.

Gracias por todo lo que me disteis este tiempo.  Volveremos a vernos. No sé dónde ni en qué forma, pero es seguro.

Hasta entonces.

martes, 16 de marzo de 2010

Aquellos ojos verdes

Hace 7 años que una tarde de domingo de una incipiente primavera, tus ojos verdes se cruzaron con los míos. Queríamos hacer música y la hicimos, aunque no del modo que teníamos planeado.

Música que no suena, que llena todo lo que eres, que ilumina todos tus rincones. Música que sólo se escucha por dentro.

Desde entonces, aunque con arreglos y notas diferentes, no ha dejado de sonar.
Y lo que queda. 

Larga vida a nuestra melodía.

Y elegiría tantas canciones para un día como este, que me es casi imposible. Pero me quedaré con esta. Ya era hora de traer a nuestro Chetty hasta este mi rincón. No podría haber mejor día que hoy. Mejor primavera que esta.

jueves, 11 de marzo de 2010

Siempre Tina

El pelo cano, tu piel de 30 años,
ojos titilantes y el puño alzado.
Siempre concisa, siempre clara,
el silencio oportuno y la lengua afilada.

Te azotaron vientos y mareas,
tú siempre erguida, siempre en guerra.
Llena de gracia y llena de fuerza.

Libertad, Libertina,
heredé tu gesto, tu cocina,
tu rabia callada y esa batalla a la vida.

Tu voz resuena como un eco,
suave, queda, inmortal en el tiempo.
Acúname en tus brazos como cuando era una niña.

Ahora Tina... ya nadie me llama Rufina.


Hoy hubieras cumplido 83 años.
Feliz cumpleaños Tina.


Y de repente recordé aquello que me cantabas de pequeña de "Tápame, tápame, tápame que tengo frío"
Pues eso. Tápame anda Tinita.
Tápame, que hoy, aunque trajiste el sol, sólo tengo frío.

lunes, 8 de marzo de 2010

Ríe como un río, fluye con mi risa


Puedo darme y no entregarme, aunque en la herida esté perdiendo más que dando. Hay tras la cortina algo descolgado, un sabor venido de otro tiempo que despide el aroma de algo encarcelado, esta esencia de presente venido a menos, un  pálpito en la noche que cubre de vacío tanta escena, este plato alegre con guarnición de cruda pena, emoción emocionalmente contenida, pura explosión  si dejáramos de aniquilar esta maraña que tú y yo hemos anudado, estas alas, tanto vuelo encadenado.


Hubo un día, que anocheció esta cama llena de sol entre mis sábanas...


jueves, 4 de marzo de 2010

Juanita Calamidad





Siempre he dicho, por ciertas actitudes mías,  que parece que me creo Juana de Arco, aunque me consta que en  más de una ocasión he debido acabar asemejándome más a Juana la Loca.

Ayer descubrí que quien soy, en realidad, es Juanita Calamidad.

Yo, tenía que haberme llamado Juana.


jueves, 25 de febrero de 2010

Calamitoso corazón

"Yo no le temo a los rayos.
Yo no le temo a los rayos
porque tienen luz y brillo,
lo mismo que mi caballo."

El rayo - Pony Bravo


El corazón perplejo

Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
                                  no dudes.
No tiembles nunca más por lo que sabes,
no temas nunca más por lo que has visto.
Calamitoso corazón,
                              alienta.

Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están cifrados
en la clave de un sol tan rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
                                errátil corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está esperando.

Desde el final del tiempo se levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la tibieza,
ni que este inescrutable amor oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.

Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.

Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar siendo.

Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
                     en desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
Y a fuerza de cantar,
                              enajenados.


Carlos Marzal
"Metales Pesados"

martes, 23 de febrero de 2010

De películas...

Cuando le dan demasiado bombo a una película no suelo verla hasta pasado bastante tiempo. No quiero que me influya la crítica e ir con grandes expectativas al cine, por que lo más seguro es que entonces, acabe decepcionándome y esperando mucho más de lo que al final vi.

El cine es como la vida misma. Espero mucho de la gente, soy tremendamente empática, condescendiente, y al final, mucha gente acaba por ser una película de tres al cuarto cuando yo adivinaba una obra maestra.

Yo siempre tiendo una mano, la retiro si es preciso, me ofrezco, estoy ahí aunque las cosas cambien de plano, de pleno. Creo que todo se basa simplemente en la sinceridad, en la comunicación, en la escucha.
Y me revienta la gente que habla, se comporta, actúa y espera ciertas actitudes como si hubieran sido antes un libro abierto.

A partir de ahora, la condescendencia, y todo lo bueno, me lo guardo para los míos. Para los que lo ganaron. Para los que me cuidaron. Para los que sí son grandes películas.

Así no saldré más del cine con la sensación de haber pagado por ver algo que no lo merecía.

jueves, 18 de febrero de 2010

El deshielo

 


Mataré monstruos por ti.
Siempre.


Porque al final, lo sólido es lo importante.




martes, 9 de febrero de 2010

Un martes cualquiera


Que yo te quiero verde (¡ay! ¡ay!)


Será algún día de estos en los que se vaya el frío

y entonces veré doblarse la realidad como el papel de seda;

hasta este plano se dejará caer un corazón envuelto en llamas

dispuesto a perseguir quimeras con las alas que dota el entusiasmo.

Y en ese vuelo perderá un poco el yo por ser más ancho.

Y en ese viaje quebrará las normas para no vivir ya más entre paredes.



Perderá el miedo. Comprenderá que no importa no saber

hacia dónde uno se dirige, que no importa

pues siempre se llega a alguna parte.

Que no hay que ir, sino que hay que irse.

Adiós rencor. Adiós tristeza.



Un día de estos.

Un martes cualquiera por la tarde.

Un jueves a las diez de la mañana.


De "Uno que mira"

Convencida estoy. Quiero convencerme. Y le robo las palabras a Uno, como una plegaria, una oración. Que tarde o temprano, ojalá más temprano que tarde, llegará el entusiasmo esta vez para quedarse. Porque como no lo haga, me va a estallar tanto amor aquí dentro que lo voy a poner todo perdido.
Que tengo un exceso de stock de besos, abrazos, miradas y honduras, que ya puedo ir dándole salida. Dos años de acumule es demasiado. Que no me cabe más oiga. No me cabe y no sé cómo colocarlo. Y esta vez no pienso regalarlo sin más ni para hacer hueco.

Y gracias Uno, por mirar como miras. Tanta esperanza me inunda de saber que hay ojos como los tuyos, que no puedo  más que sonreir y seguir mirando. Aunque a veces necesite gafas. Y un mechero.



lunes, 8 de febrero de 2010

Waiting for the sun




La vida anda haciéndome luz de gas. 

Y sí, yo lo que quiero es luz. Pero de fuego, de cerilla, de sonrisa, luz de sol, luz de la de verdad. 

No luz de gas. 

Y dame un beso hoy aunque sea en la sombra anda, que me muero de ganas de tenerte entre mis brazos y arder.


miércoles, 3 de febrero de 2010

Sólo soy una payasa

Yo no soy una chica de circo. No sé desaparecer.

Aunque a veces quiera.

martes, 2 de febrero de 2010

Bebe vida

Vive la vida, exprímela, sácale el jugo, déjala seca.

Bébetela, sórbela a tragos lentos, largos, saboréale cada sabor, muerde sus esquinas, quítale los bordes, reserva el centro para lo realmente importante.

Róbale, como un ladrón de guante blanco. Déjala desnuda, hazla gritar, desfallecer, como si fueras el mejor orgasmo de sus días.

Vive, como si no tuvieras otra tarea en la vida que ser feliz,

porque es en ello en lo que se nos va la vida.

lunes, 1 de febrero de 2010

Esta si es mi guerra

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y de las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
                y también de la alegría.


Mario Benedetti

miércoles, 27 de enero de 2010

Siempre he sido pacifista

Puedo callar, ocultarme, esconderme, meterme en la trinchera y no salir hasta que alguien me reclame.
Cerrar la voz, matar la piel, volver los ojos a lo interno, sentir como entra el aguacero sin rozarme, vestirme del contrario, dormir cerca de los dedos que aprietan el gatillo, de las dudas, de las balas, de mi miedo.

Yo, como siempre, inoportuna en mitad del campo de batalla y tantos fuegos.

Saco el pañuelo blanco.

Esta no es mi guerra.

Me retiro.

martes, 26 de enero de 2010

Nos ocupamos del mar


Viéndonos saltar de aquella manera sobre esos sofás, nadie diría que alguna vez dejamos de serlo.

Puros, quiero decir.


viernes, 22 de enero de 2010

Dentro de este horror no hay literatura

No, no lo hay. Le robo la frase a Nacho Vegas.

Me pregunto en muchas ocasiones qué es exactamente lo que os hace volver a este mi lugar. Mis palabras están muy lejos de rozar algo parecido a la literatura, y son de poco interés general ya que no son más que todo lo que mi corazón ocupa,  mis días, mis noches perdidas y las canciones que llenan todos esos huecos.

Ayer, cuando atravesaba la ciudad en mi coche, pensé en todos vosotros. No lo he hecho aún en estos casi dos años de andadura, pero es el momento de daros las gracias. Por estar, por venir, por leer.
A los que os pronunciáis y a los que enmudecéis pero sé que estáis. A los que ya me queriais, y a los afectos que nacieron detrás de esta sonrisa felina.

Este lugar me ha traído muchas cosas. Casi todas buenas. Y me siento muy acompañada, muy agradecida de saber que estáis ahí. Quizá todo esto tendría menos sentido si no vinierais.
Alguien me preguntó una vez si escribía para que me leyeran. No exactamente, pero es reconfortante saber que lo hacéis. Y espero que vuestras visitas nunca sean una devolución. Sólo pido, como en todos los ámbitos de mi vida, que todo lo que se genere sea libre, natural. No pido más.

Aquí estoy. Con la puerta siempre abierta. Para lo que queráis.

Y gracias por estar. De verdad.

martes, 19 de enero de 2010

La indeseable reaparición de la chica ostra


Estoy que me bajo, que me subo,
me atraganto en tanto espanto
que no fluyo,
me diluyo, me disgrego, me escarmiento.
Tanto grito que no canta
que me callo, me deshago, me retuerzo,
me condeno.
Y me cierro, ya no abro,
me miento, me escalabro,
me finjo, me desmiento,
sobrepaso la frontera y me repatrio.
Me contengo, me soslayo
todo el rato, todo el tiempo
grito cuánto, digo menos.


Me arrebato, me rebelo,
lo maldigo y me lamento.
Me rallo, me abombono,
me anudo en tanto enredo que
me pierdo, no me encuentro.
No te tengo, pienso en todo,
me emociono, me atrinchero,
me abalanzo
no te veo, no me oigo,
desfallezco.
Me estremece y
me agoto
en el esfuerzo.

Tengo frío, me acaloro
me desnudo, me visto, y salgo huyendo.
Te fumo, te aspiro,
me esfumo y vuelvo en humo.
Qué pereza, qué derrota,
rompo un plato,
apago la luz
la escalera, tanta nube,
esta lluvia, tantas horas.
Vuelvo en nada, te acordono,
me detienen, enloquezco,
una más o miles.
Me amontonas, me desguazan,
me aglutinan con la masa.

No transgredo ni me agreden,
me oscurecen.

Qué derroche,
qué momento,

jo, qué noche.





viernes, 15 de enero de 2010

Arsénico, por favor

Me he subido a un caballo sin nombre y sin rumbo.
Quizá ese sea mi sino, caminar en el desierto.

¿Ahora qué hace uno con los pies tan fríos y el corazón caliente?

Sólo dénme un abrazo para el viaje, una manta. Y anestesia.


Y no me hagan mucho caso esta mañana. Es que hasta la ducha se quedó fría a la mitad.



martes, 12 de enero de 2010

She

Ella no es una chica normal. No ha tenido una vida normal. No quiere una vida normal. No la busca, aunque a veces la encuentra. Ella vive más allá del pasado y del futuro. Vive el presente como si la vida se le fuera en ello. Porque no existe nada más que el ahora. Porque lo que se fue, sabe no volverá. Porque nadie sabe lo que vendrá, ni siquiera si habrá de venir.
Ella siempre espera que todo lo que soñó llegue como si hubiera prometido su asistencia. Ella no promete si no puede, si no quiere cumplirlo. Ella cree en las promesas.

Ella ríe mientras agota las horas. Las exprime, las perfora, las taladra, las atesora. Y también llora. Se diluye entre las aguas de lo que fue. Lo que será. Lo que le hizo ser.
Ella no sabe mucho de nada, y sabe que aún queda todo por aprender. Sabe que siempre, y nunca, y todo y nada son acepciones inexactas. Porque lo absoluto no vale en esta vida. Porque limita, coarta, esconde y tapa.

Ella odia la mentira y se escuda sólo en la verdad, aun sin tomarla nunca como verdadera, única y absoluta. Prefiere la verdad aunque ésta se convierta en la daga que habrá de acabar con su risa. Prefiere caer y levantar. Prefiere correr a detenerse, saltar a entumecerse. Prefiere curarse las heridas a pasar por los días encerrada en una burbuja.

Ella ama por encima de todas las cosas. Se entrega porque sabe que es lo perentorio. Se explosiona, se desbasta, se fusiona, se efervesce (si es que existe), se desmonta, se rearma, se enamora.

Ella siempre viste de regalo. Se regala, se ofrece, se desenvuelve y casi nunca se maquilla. Ella no se oculta.

Ella no quiere tener miedo. Está convencida, segura. Duda aunque confía, tiembla, se retuerce, se voltea, empatiza y se emociona. Ella duda lo que sabe, se ignora y se conoce. Se interroga y se cuestiona, se pierde, se busca, se encuentra, y se da una recompensa.

Ella es lista y es muy boba, tiene treinta, diecisiete, quince, y algunos días ni siquiera ha llegado hasta este mundo.

Ella sólo espera, desea, que la quieran por lo que es.

Aunque no haya quedado muy claro quién es ella.



lunes, 11 de enero de 2010

Where the wild things are



Me repito que no todos los sueños se cumplen. Aquellos que no llegan a ser pesadillas pero tampoco están hechos de la misma materia que los sueños. Dónde tus miedos toman forma, adquieren rostro, y ves aquello que tanto temes aun cuando tu consciente se niega siquiera a dibujarlo.

Porque ahora que el amanecer ha traído el miedo... dónde iré a refugiarme? ¿Dónde me esconderé para que la oscuridad no pueda rozarme? ¿Dónde?

Yo no quiero que el mar se convierta en un charco. No quiero que se me congelen los sueños. Ni la voz.

Y si eso pasa, me iré. Esta vez sin retorno. Dónde viven los monstruos.

Y encontraré el rey que se lleve la soledad y la tristeza.

Para siempre.

sábado, 9 de enero de 2010

1995






"On the light,
on the low,

all this time
I always held
the light on for you"

Hope Sandoval



Comenzó. Y lo hizo con toda la intensidad de todo lo que empieza, de todo lo que no se puede abarcar con las manos, como el agua que se escapa entre los dedos, la mirada que se pierde sobre el mar intentando adivinar el horizonte sin recompensa, porque el horizonte es infinito, inmenso, dónde no cabe más que perder la mirada y navegar el corazón.

Se me desliza el alma por tus ojos, por tu cuerpo, como las manos lo hacen por un instrumento que estuvo olvidado en un rincón acumulando polvo, expectantes de los labios que soplaran el viento que había de arrancarle las mejores notas y volver a sonar. Volviendo a afinarse con la delicadeza de quien se sabe capaz de robar su mejor melodía.

Y sueno, y se me eleva la voz por encima de toda la mudez que rodeaba este tiempo, este silencio lleno de ruido, tanto cuento mal contado, tanta canción sin sentido vacía de palabras. Tanto tic tac de un reloj que apuraba su tiempo de una eternidad que parecía agotarse, los zapatos llenos de polvo, y un camino interminable sin parada ni fonda en un desierto aún por habitar.

Corro, salto, piso los charcos, y mi corazón va en bicicleta. Se eleva por toda la ciudad  mientras la música suena, y cómo pájaros en mi cabeza, vuelan a mi alrededor la inocencia, las ganas, mis ojos ebrios de los tuyos, mi corazón de piruleta.

Y de repente, él sabe, que todo lo que hizo este tiempo fue echarte de menos. Y que todo lo andado, no era más, que el camino para reposar entre tus brazos.



jueves, 7 de enero de 2010

Nunca llueve a gusto de todos






Ya lo dijo Silvio.


"Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero
que me perdonen,
por este día,
los muertos de mi felicidad."