Desentonaba átona
en la estancia estanca
a la que se abandonaba.
Como mil antagonistas
que huyen de escena.
La mala hierba
que crece en el alma yerma.
Desierta, inerte,
lo que algún día fue
y ya nadie recuerda.
Estadios latentes
de aguas sucias,
intoxicadas,
bocas sin dientes
que dejaron atrás
labios de espuma.
La plata que riela,
Venus sin sueño.
La mala hija que ya nadie alimenta.
Puertas sin timbre ni aldaba.
Ya no hay sol
para noches espesas.
viernes, 19 de junio de 2009
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2 comentarios:
Desentonar es con frecuencia el signo más fecundo de sabernos en el camino correcto para conocernos.
Besos
E incluso desentonando, se hacen buenas melodías.
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