lunes, 9 de marzo de 2009

Reflexiones sin complicaciones...


Dice Zucat que me complico la vida porque me empeño en colgarme boca abajo de las orejas de elefantes rosas. Y tiene razón. Nadie me conoce mejor que ella.

Pero no puedo evitarlo. Me encantan los elefantes rosas, y cuanto más grandes, está comprobado…, mejor.

Digo yo que por qué no me dará por colgarme de las orejas de un señorín de tres al cuarto, con una vida tediosa, rutinaria, que toda su complicación consiste en -si hoy llueve y cojo el 22 seguramente haya atasco-, o-mejor cojo el metro que no tengo el cuerpo hoy para meneos-.

Porque este hombrecillo seguramente, tiene una vida más amable o más quietud mental al menos a la hora de meterse en la cama. No que yo me meto en la cama y soy un hervidero de ideas. Nada más que pensar dónde va mi vida, de dónde viene, quién soy y a dónde me dirijo. Y además luego todo para nada, porque la vida lleva su ritmo, yo el mío, y las cosas se suceden de un día para otro así sin más. Pura sorpresa.

Y a mí, me enamoran las sorpresas. Nunca nada me encendió tanto en la vida. Te quitan la respiración por un momento, y te embarga el impacto de lo nuevo, lo desconocido. El regalo.

Por eso no podría colgarme de las orejas del señorín. Porque yo, si tengo ganas de ver la calle y no encerrarme en el subsuelo, cojo el 22. Nieve, truene o sea el diluvio universal.
Y así me va, claro. Una vida emocionante. (¿puedo decir eso?) Bueno, puedo decir lo que me venga en gana porque es mi blog, pero muchos pensarán que emocionante, emocionante…no es.

Emocionante o no, me gusta mi vida. Aún me queda la capacidad de sorprenderme. Y eso es un valor en alza. Nadie puede entender la filosofía sin esa capacidad. Y yo la tengo.

No sé por qué no estudié filosofía. Por qué no estudié algo vaya. Bueno, si que lo sé, pero ese es otro tema. Pero sí, filosofía me hubiera encantado.
Ya sé. Aún estoy a tiempo, nunca es tarde…, y todos esos topicazos, aunque pura realidad al fin y al cabo.

Peeroo.. aquí estoy. Estudiando de dónde me cuelgo en vez de embarcarme en empresas mucho más complicadas, o más sencillas, según se mire.

En cualquier caso, los días en los que la sangre se te baja demasiado a la cabeza colgada de tu elefante rosa, es mejor quedarse en casa, y darle al verde.

La vida se ve en otro color…


Viñeta: por Liniers

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