otra mentira que me invento
-un farol-
que alumbre todos los inviernos.
Dices mus y digo más,
nunca se me dió bien achicarme
hacerme menos,
andar hacia atrás
y bajar la cuesta,
-la apuesta-
negación
infinita
que nos deja ciegos.
Sólo puedo descender
de tus ojos a tus manos
-de tus manos a tu sexo-
lamer tus heridas,
la medicina
que posees
entre tus piernas,
buscar en la baraja
el secreto de tu vida
y de tu cuerpo.
3 comentarios:
No hacen falta buenas cartas para ganar la partida, siempre podemos apostar un farol y que sea real la victoria.
Un abrazo desde la isla,
El Náufrago...
Guarda los ases, siempre harán falta.
Muak!
Es un bálsamo tu poema.
Saludos.
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