jueves, 10 de septiembre de 2009

Destiempos


Piensa que soy triste porque lee estas letras con fruición y busca tras ellas adivinarme, saberme, leerme como si todo en mi fuera matemática, y cual número primo no tuviera más partes en las que dividirme que esta que expongo de mi misma. Cree que soy pasos oscuros sobre baldosas mojadas, y que ese destello melancólico que iluminó un par de ocasiones mi mirada frente a la suya, me convierten en una muñeca trágica desdibujada.

Quiere ignorar que en mi, como en todos, habita un ángulo poliedro, múltiples caras dónde se reflejan todas las vidas que hasta ahora me acompañan y sólo convergen en el punto en el que todo fue visto por los mismos ojos. Todos los momentos que hicieron que sea lo que soy, un color lleno de gamas, pura amalgama de instantes; musicales, comedias y dramas.

A veces me pregunto por qué este exhibirme, porque abrir el alma, las alas, las puertas. Que nunca tuve necesidad de venderme como un producto de teletienda, alimentar egos feroces ni buscar reconocimientos. Sólo quise compartir. Con mi mundo, con otras fronteras. Que como tantos sólo escribo para soltar peso, para balancearme más ligera. Porque me nace y me llena. Escribo a desconocidos buscando preguntas, respuestas, trueques y líneas. Me enciende el observar agujeros de otras vidas, otros pasos, otras carreras. Llenar letras que beber a sorbos, que apaguen la sed del camino, los hartazgos cotidianos, las alegrías permanentes y las pasajeras. Las dudas existenciales que se acumulan en la sala de espera.

Y de repente juzgo mis palabras, y las cambio, y pienso en su mirada, en la tuya que ahora lee esta confesión a destiempo y a deshora. Me anudo, me enredo, me caigo en el pozo y me inunda el silencio, las ganas de nada. Y todo lo que escribo me parece de mentira, fabricado. Tan vestido y con tantas capas que parezco un maldito maniquí, en vez de una niña desnuda que sólo juega a escribir.

5 comentarios:

ybris dijo...

A veces lee uno así, sobre todo en estas líneas de páginas escondidas y diseminadas por el ciberespacio bloguero, intentando descubrir de dónde salieron los sentimientos disfrazados de palabras y cómo es el interior de quien escribe interioridades.
Quizás al leer con atención veamos la tristeza o la ilusión o el espíritu crítico o cualquier otro matiz.
Pero en el fondo no ignoramos que estamos en el borde del misterio y que, sobre todo, uno quiere nada más escribir lo mejor posible.
Que no es poco.

No dejes de hacerlo. Me gusta.

Besos.

Laluz dijo...

Gracias Ybris. Por venir, por ver, por leer, por intuir, por adivinar.

Por siempre volver.

Paços de Audiência dijo...

Pues el silencio es una maravillosa opción.

Carz dijo...

Uno de los principios fundamentales de la mecánica cuántica (y por tanto, supuestamente, de la vida) es que la observación de un sistema lo altera: es el principio de incertidumbre de Heisenberg.

El principio de autoincertidumbre hace que, cuando nos releemos, alteremos el significado oculto de las cosas, y es que, según un principio que mantengo desde hace tiempo, "pensar castra".

Así que te dejo un poema de Ángel González, que lo explica mejor que yo:

La niña movió el aire con los labios.
Detrás de los cristales nadie supo
lo que dijo. Era triste
mirar a aquella gente
intentando aclarar una sonrisa.

Y sin embargo estaba todo claro:
la niña
había sonreído simplemente.


Un beso.

coco dijo...

La ventaja de crecer es que aprendes a dejar de disimular. Por fuera, y por dentro. Yo no pienso que seas triste. Y creo tanto en las matemáticas como en que Heisenberg fue un pobre hombre que nunca se atrevió a abrir una caja, por miedo a que dentro no estuviera su gato.