
Despierto, ando, levanto, me caigo y me espanto. Me río, te abrazo, los pájaros surcan el cielo. Sus alas, su sombra, apenas rozan el suelo.
Me sonrojo, me escondo, me tapo la cara y no lloro.
Te canto, no oyes, cierras los ojos, las puertas a golpes.
El verde, el rojo, avanza, detente, corro y lo salto. Peligro, no pares, llegó el amarillo.
Y cojo una cuerda, lo ato, lo amarro, me cubro de barro. Me seco, lo mato, lo dulce y lo amargo.
El viento y las hojas ya no me mojan. Resbalan, no calan, soy impermeable.
La vida me llora, me cuenta un cuento que ya no me importa. Las flores sin forma, los enanos gigantes, molinos de viento sin proa ni popa.
Y corto mi pelo, lo arraso, soy otra, no tengo miedo, ni sombrero ni bota.
Farolas parlantes me hablan, desdeñan la luz y en la acera un perro me grita que basta.
Paseo, bailo, me siento y te leo. Borracha, drogada de tiempo, araño la mesa, la muerdo, y desciendo.
Bigotes sin gato, marañas de pelo, mi cuerpo, tu cuerpo, esquivando el deseo.
Me paro, relajo, carreras de fondo sin reloj ni agujero.
No llego, no hay tiempo, la bandera ondea en el aire, y en el aroma, tu reflejo.
Foto: Interlude Experimental by BenoitPaille
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